S e m i n a r i o s d e C r e c i m i e n t o P e r s o n a l
Un deseo ardiente de ser y de hacer es el punto inicial desde el que el soñador debe lanzarse. Los sueños no están hechos de indiferencia, pereza, ni falta de ambición. Napoleón Hill
sábado, 12 de mayo de 2012
COMO LLENAR UN COLADOR CON AGUA
COMO LLENAR UN COLADOR CON AGUA
Un grupo de devotos invitó a un maestro de meditación a la casa de uno
de ellos para que los instruyera. El maestro dijo que debían esforzarse
por liberarse de reaccionar en demasía frente a los hechos de la vida
diaria, por lograr una actitud de reverencia, y por adquirir la práctica
regular de un método de meditación que, a su vez, les explicó en
detalle. El objetivo era darse cuenta de que la vida divina está
presente en todo.
Es estar conscientes de esto no sólo durante
el período de meditación, sino constantemente, en lo cotidiano. El
proceso es como llenar un colador con agua.
El maestro hizo una reverencia ante ellos y partió.
El pequeño grupo se despidió de él y luego uno de ellos se dirigió a
los demás, echando chispas de frustración. Lo que nos dijo es como
decirnos que nunca podremos lograrlo. ¡Llenar un colador con agua!
¿Cómo? Eso es lo que ocurre, ¿no?. Al menos para mí. Escucho un sermón,
rezo, leo algún libro sagrado, ayudo a mis vecinos con sus niños y
ofrezco el mérito a Dios, o algo por el estilo y después me siento
elevado. Mi carácter mejora durante un tiempo... no me siento tan
impaciente, ni hago tantos comentarios sobre otras personas. Pero pronto
el efecto se disipa, y soy el mismo que antes. Es como agua en un
colador, por supuesto. Y ahora él nos dice que eso es todo.
Siguieron reflexionando sobre la imagen del colador sin lograr ninguna
solución que los satisficiera a todos. Algunos pensaron que el maestro
les decía que las personas como ellos en este mundo sólo podían aspirar a
una elevación transitoria, otros creyeron que el maestro simplemente
les estaba tomando el pelo. Otros pensaron que tal vez se estaría
refiriendo a algo en los clásicos que suponía que ellos sabían...
buscaron, entonces, referencias sobre un colador en la literatura
clásica, sin ningún éxito.
Con el tiempo, el interés de todos se desvaneció, excepto el de una mujer que decidió ir a ver al maestro.
Él le dio un colador y un tazón, y fueron juntos a una playa cercana. Se pararon sobre una roca rodeados por las olas.
¡Muéstrame cómo llenas un colador con agua!, le dijo el maestro.
Ella se inclinó, tomó el colador en una mano y comenzó a llenarlo con
el tazón. El agua apenas llegaba a cubrir la base del colador y luego se
filtraba a través de los agujeros.
Con la práctica espiritual
es lo mismo, dijo el maestro, mientras uno permanece de pie en la roca
del Yo e intenta llenarla con cucharadas de conciencia divina. No es ése
el modo de llenar un colador con agua, ni nuestra esencia con vida
divina.
Entonces, ¿cómo se hace?, preguntó la mujer.
El maestro tomó el colador en sus manos y lo arrojó lejos al mar. El colador flotó unos instantes y después se hundió.
Ahora está lleno de agua, y así permanecerá. dijo el maestro. Ese es el
modo de llenar un colador con agua, y es el modo de realizar la
práctica espiritual. No se logra vertiendo pequeñas dosis de vida
divina en la individualidad, sino arrojando la individualidad dentro del
mar de la vida divina.
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